En el barrio La Olla de Corrientes todo está por hacer soledad. Más de 24 horas de tiempo en el que kilómetros de casas quedaron inundadas, nadie quiere abandonar el lugar para estoy perdiendo de la mano de los delincuentes, lo poco que el agua no para. Ahí están, resignados, con el agua hasta el tallo, la piel arrugada y la ilusión de volver a apoyar la cabeza en un colchon secoaunque no está claro si esto sucede.
El agua logró fluir con mayor velocidad por estas lunas con la ayuda de bombas de desagote que el gobierno provincial instaló en las medidas de intervención para salvarlas. millones de litros avanzando desde las zonas más altas de la ciudad con la velocidad de un rayo y en momentos en que todos entraban en descenso.
Todos admitimos que cuando se pierde el agua, el agua Estás en tu casa. Y opté por elegir lo que la salva colocándolas de la mesa, de las cuerdas. En pocas vidas el agua alcanzó los 80 centímetrospero también gente que se ensucia cuando el agua llegaba al pecho y amenazaba con arrebatarles algo más que los casos de electrodomesticos que tienen un poco menos de dificultad para vivir en este lugar.
En el centro comunitario situado en la Avenue du Government hay 25 literas para que pasen la noche los evacuados, principalmente niñas, adolescentes y mujeres. Y ahora acogen a 100 personas para intentar conciliar la desgracia tras tanta destrucción y el medio ambiente. En el momento de la compra, había más de 300.
Cerdos muy enormes con su prole buscan tierra firme en las calles anegadas de La Olla. El ayudante de cerdos aprende de ciertos jóvenes que salvan a los pequeños lechones de morir ahogados. A lo lejos, un caballo relincha, quizás suplicando a poco de tierra seca donde descansar. Posts del drama que provocó la caía de 300 milímetros de agua en poco tiempoHaciendo colapsa el sistema de agua de la ciudad.
Claudio Aguirre está por terminar de pagar el terreno donde ha instalado su casa con los materiales que encuentra: madera, chapas. Ahí vive con su pareja y sus hijos que tienen entre tres y 16 años. «La idea era un plano para hacer el baño de material y una habitación para mis hijos», cuenta con los pasteles todavía en el agua. La entrada a su casa está completamente destruida. De los colchones todavía chorrea agua y los pocos muebles quedaron inservibles.
Los tres gatos Maúllan de una parva de colchones. Ahora, desde la madrugada del Domingo, cuando el agua entra por los raudales. “Lo primero que hice fue sacar a los chicos ya mi señora hasta la avenida. Mi hermano vino en coche, pero no puede ir al agua. Irás a la casa de mi papá mientras caminas bajo la lluvia. Claudio se fue a su casa, con el agua por los tallos.
En el patio, se refleja la vida antigua y amarga de la bicicleta donde se venden frutas y verduras en la calle. el paso del agua y el barro. «Poco a poco los hemos ido perdiendo», tenemos mira tu moto y algunas herramientas que te permitirán recuperar terreno con la intensidad de La Olla.
Estas lunas de mañana, en el patio de tu casa, se encuentran con una vibración de coral. «Van tiene que intentar verlo todo. los bichos. “Hay que hurgando a limpiar y volver a empezar”, repite una y otra vez, quizás hurgando en su cabeza la fórmula para recuperarse del mismo desastre.
Claudio es el diácono de la iglesia pentecostal que está adscrita a su casa. Ahí también toca la guitarra. Su impulso profundo estuvo en la madrugada del domingo de colocarse en el larguero de la Biblia y en el instrumento con el que acompaña a los feligreses.
“Esta es la primera vez que entro al agua de acá. Pero es verdad que vivo con mis cosas porque durante dos años me robé el técnico de mi casa cuando vivía en Empedrado», mientras buscaba reparar los pantalones mojados.
Una ración de polenta para ti y tus tres perros
Juan José Ojeda (29 años) vive en la calle Boston. Es hora de buscar algo nutricional para él y sus tres perros que quieren un gato. “Acá vivo con mis padres y un hermano menor”, cuenta, minetras abre la puerta de la precaria construcción. Adentro hay un somier y dos camas de una plaza. “Anoche me quedé con ellos”, dice, refiriéndose al “Negro”, “Mumi” y “Lobo”, Los tres perros que no dejan de hacerle fiesta. Con ellos compartirás la ración de polenta con salsa que pasará tarde por una antigua comunidad asentada en la Avenida Medrano.
«Si nos abrazas poco, ahora no encontramos nada. Mi familia está en un centro de evacuados y yo solo tuve que quedarme con la casa para entrar y deshacerme de todo”, explica, y eso se debe a que los ladrones están en el mismo barrio.
El joven es activista de un movimiento social y cobra un Potenciar. Es el ingrediente fijo único de la casa. “Es la mayoría de la gente la que tiene un plan y la que completa los cambios que se pueden hacer”, explicó.
En uno de los centros de evacuados, Lionel juega con dos patitos y dos pequeños conejos que alquilaron su casa antes de que el agua la cubriera toda. «Adentro quedó el congelador, las dos motos, todo el resto porque no hubo tiempo de sacar nada”, que da sin sacar la vista a sus pequeñas mascotas.
Si, avec la naturalité, c’est que « n’est pas la première fois que nous correlons l’eau », mais nous admettons que n’importe quand, tant que dans la madrugada del Domingo, lorsque l’eau doit être filtrée en su casa.
Alejandra Soplan vive en La Olla con su hija y una noche de otro mes. “Perdimos todo, pero yo no quise irme. Y esta madrugada la pusieron en el patear de mi puerta entrar a robar. Cuando los perros agarran a un animal salvaje y se escapan”, añadió.
Alejandra vivió cuatro años en Mar del Plata y decidió regresar a la tierra de su madre. «Tenemos que ver a nuestros seres queridos tener una mano para cuidar mi vida, pero la verdad es que tenemos que hacer todo volver a la empresa porque el agua destruyó todo”, dijo refiriéndose a la solidaridad.
Desde el Gobierno de Corrientes les decimos que así es volverán las clases y creo que no se puede beber agua en el barrio La Olla. A partir de ahí comenzará el regreso de los evacuados y de todos aquellos que busquen refugio en casas de familiares y amigos.
Corrientes. deseo especial