Blanca Lacasa, autora de un ensayo sobre las (malas) relaciones con las madres: “Muchas mujeres nos sentimos hijas horribles, sin serlo”

Sobre maternidad (y paternidad) hay mucho escrito, pero el trmino ‘hijidad’, en cambio, ni siquiera existe. Esta ausencia en el diccionario contrasta con lo universal de la condicin de hijo, puesto que todos lo somos irremediablemente de alguien.

Blanca Lacasa (Madrid, 1972), periodista y autora de cuentos infantiles, ha tirado de olfato profesional para abrir un meln que atraviesa a muchas mujeres de su generacin, tambin a ella: el envs de las relaciones entre madres e hijas. Es decir, la ‘hijidad’ abordada desde una perspectiva femenina. Su primer y recin publicado ensayo, ‘Las hijas horribles’ (Libros del K.O.), contempla esta realidad intencionadamente acotada porque, sostiene Lacasa, es entre mujeres donde est el meollo.

Y por meollo entendemos la aspereza, el dolor, la culpa de las hijas, la exigencia de las madres… El desencuentro, en definitiva, una yesca que la autora seala como culpable de incendios evitables. Y para frenar esa inercia “horrible”, nada mejor que ponerle luz. A travs de los testimonios sobre la hijidad de trece mujeres y espoleada por relato autobiogrfico de la estadounidense Vivian Gornick en ‘Apegos feroces’, Lacasa ha abierto con este libro uno de los pocos melones que quedaban por inaugurar, despus de la ‘salida del armario’ de la mala madre, el otro gran tab.

En muchas conversaciones entre mujeres las madres son un asunto absolutamente nuclear. Existe un perfil en Instagram con 170.000 seguidores que trata sobre el concepto de las malas hijas.
Es un tema que siempre est presente. Puedes estar diez aos sin ver a una amiga y, cuando te pones al da, cmo puede ser que el primer tema, prcticamente, sea la relacin con tu madre? Hay libros increbles y pelculas que hablan de esto, pero no tantos ensayos.
P. Qu es ser una hija horrible? Lo somos? Lo es?
No, yo tampoco lo soy, pero muchas lo sentimos. Es esa sensacin de no cumplir con ellas ni con las expectativas que depositan en nosotras, de olvidarte, de sentirte egosta… Siempre nos sobrevuela la culpa y es un lastre que arrastramos. En los testimonios que recojo, en general, no hay dramas tremendos. Son historias mnimas, detalles, que se van acumulando para que al final pienses ‘no estoy haciendo lo suficiente para que mi madre est orgullosa de m’.

Dice que con los padres no nos pasa. Por qu?
. Tiene que ver con la estructura patriarcal. Las figuras de la madre y de la hija estn muy pautadas y se nos juzga mucho ms. Como hijas perpetuamos estos patrones y a diferencia de los hijos, no cortamos ese lazo tan fcilmente. De nuestros padres, en general, hemos esperado siempre muy poco y por eso con ellos nuestra relacin genera menos friccin.
Habla de ‘Madres arrepentidas’, de la sociloga Orna Donath. Es mejor ser una hija horrible o una madre arrepentida?
No lo s, pero ambas figuras se derivan de constructos sociales impuestos que marcan cmo deberan ser. Estn igualadas porque las dos sienten que han fallado. Tenan un cometido y sienten que lo han hecho mal. Hay que quitarse esas etiquetas.
Seala como una de las races de esta relacin difcil que las madres siempre quieren serlo, pero de nias.
Aqu intervienen dos cuestiones: de un lado, el mandato de gnero que siempre nos infantiliza a las mujeres y, por otro, que la identidad femenina est ligada a la maternidad. Si dejan de serlo, desaparecen. Necesitan que sigamos siendo nias para seguir siendo algo, porque adems, esa generacin se escribe a travs de los dems, de los cuidados. Por eso, cuando queremos ser adultas e independientes, nos sentimos hijas horribles. Nuestras decisiones no deberan interferir en la vida de nuestras madres ni en su felicidad. Esto lo cuenta muy bien Celia Rico en su pelcula Viaje al cuarto de una madre.

Ellas queran otras hijas, quiz ms parecidas a ellas. Nosotras repetiremos el mismo patrn y esperaremos de las nuestras ms y ms? La historia est condenada a repetirse?
Aunque el contexto histrico y cultural sea muy distinto, hay una estructura que se retroalimenta. No obstante, confo en que se diluya esta inercia en las mujeres que ahora son madres. Bsicamente creo que tienen que entender que esas personas a las que dieron a luz no son suyas y que no les corresponde a ellas ni teledirigirlas ni juzgarlas. El hecho de que muchas, simplemente, se lo planteen es una garanta de que les saltarn las alarmas y frenarn en esta hiperexigencia hacia sus hijas.
Cmo encaja esta salida del armario de las relaciones difciles entre madres e hijas con el discurso feminista que denuncia la falacia de que el mayor enemigo de una mujer es otra mujer?
Creo que entronca perfectamente, porque trato de decir que tenemos que permitirnos no ser perfectas, fallar, como madres y como hijas. No hay nada menos feminista que la hiperexigencia que nos han impuesto a las mujeres y de esa mirada injusta tambin hemos participado las hijas.

By Bryan Y. Clay

Puede interesarte